Lloro con la misma intensidad con la que rio.
Muero las veces que tenga más ganas de vivir, y renazco las veces que mi gato me preste vida.
Tengo ganas de que sepas lo mucho que escondo, enseñarte los lugares que nunca alguien más ha visto conmigo, disfrutar de las frutas que mi madre guarda en el refri, cerrar los ojos y compartir cada mordida. Acostarnos en la terraza y ver las estrellas, la luna, las nubes y lo que se aparezca hasta que los cuatro ojos se arruguen y se nos cierren para siempre.


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