recaudo
las partes transparentes se reunen en un mismo punto fijo donde todo alguna vez fue, es la línea invisible que marcas desde lejos hacia mis ojos y no se quita, como una mancha uniforme en el caleidoscopio cerrado de mi mente. Todo invisible cuanto cae y segrega mañanas con desvelos y bajos colores por el día.
De repente despierto y me miro en un tiempo que ya no soy, me rasco los ojos para sorprenderme en todo lo que no reconozco más, la vida y las personas a mi alrededor corren más rápido que el tiempo en el que voy y en un solo instante pierdo todo lo que me hace reir y el equilibrio que sentí toda mi vida y todo me parece diferente, cada persona cambia pero no tanto como para dejar el perfume que le da olor a la ropa. Las noches se vuelven tan largas como mi cama y los recuerdos que un día me hicieron sentir cómoda son fáciles de olvidar.
El sonido del ventildor no siente el clima y mi cuerpo cada vez está más despierto que las veces que me he recostado del mismo lado y me aprieto la espalda para no ver la sombra por debajo de la puerta. Mi cuarto siempre en el mismo lugar del viento en la ventana, da vueltas y me recuerda a cada giro que estoy en el triángulo más difícil de todos los que quiero estar. Con toda la intención de lastimarme y que mi cabello se quede mojado y atrapado en la telaraña de la esquina que me cuelga en cada luz de mis pupilas.
Es muy fácil ser tan pequeña y cada vez más y tanto que el cielo no se aleja ni yo que me encojo. Es el mismo sentimiento de lavar los trastes mientras mi mamá me regaña y mirar la pared y cada hueco sucio de la cuchara con la que comí gelatina un día antes.
No se puede ser todo el tiempo diminuta y vivir dejando que pase el tiempo.
Es muy fácil ser tan pequeña y cada vez más y tanto que el cielo no se aleja ni yo que me encojo. Es el mismo sentimiento de lavar los trastes mientras mi mamá me regaña y mirar la pared y cada hueco sucio de la cuchara con la que comí gelatina un día antes.
No se puede ser todo el tiempo diminuta y vivir dejando que pase el tiempo.
Desperté de la espalda y entre lo que se puede perder, tuve que entenderlo todo en un instante. Recordé las tantas contraseñas que tienen mis manos para llegar a ti; y que si se esconden y se quedan quietas, el corazón responde en un movimiento que te puede hacer perder la vida en el mismo suspiro que te duele. Fue como estar con la parte de mí que me hace falta, la que no conozco y todos ven. Como la parte que necesito para estar completa, más que como verlo todo, entenderlo de dos formas distintas que si las unes me conforman. De esta vez supe lo que vale la pena tener y lo que si pierdo no me falta. De esta vez supe que cada momento y lo que creo tener es parte de un instante, nada tengo. Todo lo puedo perder, menos el insomnio.
Soy de esas personas a las que mucho les cuesta olvidar, de esas que guardan los recuerdos en mil cajas cerradas con candados y aquí está el precio de perder las llaves. Se siente raro despertar de la lluvia de sonrisas, dormir con la cara volteada y ver tus sueños desintegrarse mientras volteas la almohada.
minie
Tuve la sonrisa en mi nariz y no la reconocí, no se detuvo el tiempo para contar los dientes, pero ahora que la tengo y ella me tiene a mí... quiero sonreir todo el tiempo y no la voy a dejar ir.
El día antes de ayer soñé que mataba a un hombre y en mi propia sala, los claveles se hicieron más grandes y todo se oscureció mientras me arrodillaba para ver mis manos llenas de sangre. El día después, antes de amanecer y después de dormir, vi a una señora vestida de blanco, de espaldas a mí, parada viendo por mi ventana y al verla me volví a dormir. Anoche soñé que viajaba con un tipo que conocía pero en vida no creo haberlo visto antes, no le servía una pierna y yo lo cuidaba.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)