Extraño el sol por las mañanas desde mis ojeras cada vez más profundas, el viento lleno de polvo que raspa mi garganta y me hace toser a dos mil por hora; mirarme al espejo y decir que mi cara es anticuada y que no combina con la maracayá del frutero, tomar las tijeras y cortarme las puntas a desnivel.

Despertar 5 minutos antes y bañarme pensando que ya se me hizo tarde, caminar por cada rincón de la casa muy deprisa sin saber qué busco; que mi papá suene el claxon y gritar que no voy a salir mientras me abrocho los zapatos y arrastrando la mochila salgo de la casa azotando la puerta, subirme al auto y decirle a mi papá que aún es de noche y que durmamos un rato ahí adentro hasta que amanezca sin que mi mamá lo sepa.

Quisiera una vez más ir a la casa de mi abuela en la playa y acostarme en el pasto para que no pueda regarlo, que no le importe y pase mojándome con la manguera a presión; descubrir mis hombros y contar mis pecas con un plumón hasta que me ardan los ojos, guardar guayabas y frutas en mis bolsillos y pintarles unas caritas felices para comer sonrisas frutales.

Quiero tener de nuevo mis patines morados de las agujetas kilométricas, ir a tocar los timbres y huir hasta que se acabe la cuadra.. hacer comidita con las plantas del jardín y dejarle postres en la ventana a la vecina. Cubrir mis dientes con papel aluminio y seria, sonreirles de repente a las personas desde el balcón.
Sólo eso.. y sentir de nuevo un abrazo de mi papá.

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