Desperté de la espalda y entre lo que se puede perder, tuve que entenderlo todo en un instante. Recordé las tantas contraseñas que tienen mis manos para llegar a ti; y que si se esconden y se quedan quietas, el corazón responde en un movimiento que te puede hacer perder la vida en el mismo suspiro que te duele. Fue como estar con la parte de mí que me hace falta, la que no conozco y todos ven. Como la parte que necesito para estar completa, más que como verlo todo, entenderlo de dos formas distintas que si las unes me conforman. De esta vez supe lo que vale la pena tener y lo que si pierdo no me falta. De esta vez supe que cada momento y lo que creo tener es parte de un instante, nada tengo. Todo lo puedo perder, menos el insomnio.

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