Yo sé que algún día me va a gustar que me cepillen el lomo. Que te duermas en mis piernas y el cielo se ponga de diferentes colores al soltar el humo. Siento que las piedras terminaron de evaporarse.
Muy en el fondo, en la intimidad de mi estómago, te siento crecer como un sentimiento encontrado que intento evitar pero sale a la superfície y crece como las uñas y el cabello.
Adelante y atrás, si nos miramos por la espalda entendemos el sentido de las costillas al reir. Se abren y cierran, se ríen también. Y soñar se vuelve tan frágil, acomodarse y quedarse contigo es una situación tan débil, como comer dulces entre las mañanas nubladas desde mi ventana.

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