Siempre quiero verlo todo desde el reojo de mi lente, a veces se me cae la piel y aún así no lo creo. Puede estar pasando todo en mi propia frente y seguir viendo hacia abajo, como si al querer creer en algo todos los venados del mundo pasaran por mi cabeza intentando borrar la señal que debo entender en ese momento. He dejado crecer varios tiempos nublados de lado más caliente de mi colcha. Todos se acaba cuando las luces comienzan a apagarse y los ruidos permanecen en un cuadro hermético desde mi ventana blanca, las cenizas y los gatos afuera.

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